Caminando El Periférico

En algún lugar del Periférico de Guadalajara, Noche de diciembre del 2006 Difícil hallar un lugar tan desagradable como la orilla del Periférico. Para los que no conozcan Guadalajara, México, el periférico es el cinturón de castidad de mi ciudad, sirve para que, los que son de fuera y tienen que pasar por aquí no entren y sigan su camino. Como algunos sabrán, me gusta experimentar los lugares caminándolos, y el Peri no ha sido la excepción. Sin embargo, por donde se mire es un lugar repulsivo y difícil de transitar... a pie. De día te agrede con su sol a plomo, el polvo, la gente corriendo, su basura y el ruido de carros que nunca cesa. En el Periférico, no vez árboles agradables, o que den la pinta de ser felices. Las pocas plantas que hay están grises de hollín y tierra, pero es mas común ver zarzas y zacate seco que creció abriéndose paso entre la basura. Lo que queda de ello, es un sentimiento de vacío y pesadumbre. De noche, viendo los carros en su viaje frenético dan la sensación de que no van a ninguna parte, de que en realidad están atrapados, girando infinitamente en este cículo triste que rodea a la ciudad. De este modo pensaba mientras iba dando torpes pasos en la semioscuridad y tropezando como si caminara entre huesos de vaca. Mirando el entorno, lo único bello que quedaba era el punto blanco de la luna, una bola blanca que mas parecía la salida de un pozo oscuro que un cuerpo celeste. Tal vez por eso imaginé tu sonrisa y los mejores momentos que juntos vivimos. Tu imagen chocaba con el instante tan contradictorio, fue un momento de duda: al final, para terminar de autoflagelarme olvidé tu imagen y me quedé con la luna.