El leprosario

SI LUCHAS PUEDES PERDER.... PERO SI NO LUCHAS YA PERDISTE !!!!

julio 24, 2005

En la madrugada

Pues lo demás, ¡oh cuerpos desvelados!,
Son fulgores que al alba se perdieron
En un súbito arder, desesperados. Rafael Alberti
Me gusta caminar de madrugada. Sentir el aire fresco de la noche y no ver carros ni personas. Es como no ser yo y olvidarme de todo. Solo el asfalto de las calles solas y las mudas luces de la ciudad: naranjas, amarillas, rojas, azules, verdes. ¿Alguien conoce mejor que yo el sonido de las pisadas en las aceras? Banquetas nocturnas, húmedas, frías, llenas de encanto a las que nadie toma en cuenta, sólo yo cazador de sensaciones. Y en cada paso que doy todo se va aclarando, y lentamente el sueño se apodera de mí. Y es como una entrega, una posesión más.
Entonces recuerdo tus labios, tan suaves, tan firmes, tan tibios, tan frescos. Tus hombros tersos y bellos que necesito y me gusta morder. Tu cabellera oliendo a sándalo. Y me siento impetuoso, formidable y ardiente, desbordando locura y fuego, besar, arañar, morder, aprisionar. Hipnotizado por el movimiento ondulante de tu cuerpo, tu sinuoso cuerpo que vuelve a recuperar su soberanía y se desprende de todo complejo para ser poseído. Y puedo mirar como en tu fino cuello siembro jazmines y estrellas de saliva. Luego, te abandonas completamente y la calidez de tu piel me envuelve, el surco ardiente de tu cuerpo me invita. Y te siento dulce como los niños que se enamoran de su maestra y no saben donde les duele y lloran. ……………….. Esto es el canto de tu mirada que hace danzar los árboles, que hace hermosos a los perros y al aire triste de la ciudad.

julio 22, 2005

Piensa en mi

Me quedé dormido y luego estaba sentado ahí. Era una noche un poco azul y caía una suave llovizna que hacía un ligero sonido el cual se revolvía con el ruido de los carros que con sus luces se acercaban y se iban alejando sin detenerse. Pensé que era una suerte no sentir por un momento la preocupación de una tesis que tenía que terminar. Ni siquiera pensar si había quien estuviera esperando que llegara. Me sentía extrañamente bien y fue cuando me desconocí. No tenía frío ni hambre, no tenía ganas de dormir, ni siquiera se me antojaba tomar otra cerveza. Por una extraña razón, me sentía liviano, no me pesaban mis casi 90 kilos que tanto me recriminaba el doctor cuando había ido a consulta por mis achaques de presión. De repente recordé que no venía sólo. Un sonido diferente al que produce la noche me trajo a la “realidad” si es que un día me alejé de ella. Era el último disco compacto que veníamos escuchando y que lacónicamente tarareaba una canción. Quise apagar el sonido y fue cuando me di cuenta que el carro estaba apenas enganchado entre unas ramas dobladas que habían detenido la caída. Y entre cristales rotos, me podía ver a mi mismo inerte y sonriente a pesar de la llovizna, con la mueca estúpida que producen más de 15 cervezas en el cuerpo. Me fui alejando sin saber que rumbo tomar (¿a dónde se puede ir así, vacío de deseos?), mientras a lo lejos, la radio que seguía tocando, soltaba sus últimas plegarias que se me quedaron grabadas para siempre: Piensa en mi cuando sufras, Cuando llores, también piensa en mi, Cuando quieras quitarme la vida No la quiero, para nada Para nada me sirve sin ti

julio 21, 2005

La madre de todas las batallas

A fines del siglo IV, el Imperio Romano comenzaba a mostrar síntomas de su futura desintegración. Dividido en dos grandes bloques, el de Oriente con capital en Constantinopla y el de Occidente, con capital en la antigua Roma, las conspiraciones palaciegas amenazaban con disolverlo completamente. El cristianismo en sus diversas formas, también se había convertido en la religión predominante. Al norte de los ríos Rin y Danubio, acechando desde sus bosques, diversos pueblos guerreros de origen germano esperaban la oportunidad de lanzarse sobre los restos del aun poderoso Imperio. Un nuevo evento vino a descomponer la ya de por si delicada situación: en el 365 aproximadamente, los hunos, un grupo de pueblos de origen mongol procedente de las estepas asiáticas comenzó a desplazarse rumbo a occidente. Eran pueblos nómadas mucho más feroces que los germanos y según los historiadores romanos, cuando querían recorrer grandes distancias, comían y dormían sobre sus cabalgaduras además de ser excelentes arqueros. Tal vez por eso, en pocos años se desplazaron desde los límites del imperio Chino, hasta las llanuras húngaras y el norte del Mar Negro e irrumpieron violentamente arrasando lo que encontraron a su paso. Su llegada al sur de Rusia, provocó que diversos pueblos germanos (visigodos, francos y burgundios) se adentraran hacia el Imperio Romano, huyendo de la nueva amenaza asiática. Otros pueblos con menos suerte (alanos, ostrogodos, longobardos y gépidos) sucumbieron y fueron enrolados en los ejércitos hunos. Por su poderío militar, pronto amenazaron con destruir tanto a la ciudad de Constantinopla como al Imperio Romano de Occidente quienes decidieron pagar enormes cantidades de tributo para evitar el desastre. En el año 445, Atila, El azote de Dios, se convirtió en rey de los hunos y en el afán de someter definitivamente a Europa, preparó sus hordas para librar la más grande batalla de la antigüedad. Con un ejército, en que se contaban además de hunos, ostrogodos, vándalos y otros grupos de origen germánico y que según algunos cronistas se compuso de alrededor de medio millón de hombres, en el 451 penetró por la Galia y se enfrentó en los Campos Cataláunicos, cerca de la actual ciudad de Troyes, contra un enorme ejército romano dirigido por el general Flavio Aecio, y donde también participaron visigodos, francos, alanos, sajones, burgundios y otras naciones germanas. Después de tres días de feroz batalla, se dice que los hunos y sus aliados, sufrieron en bajas entre 200 y 300 mil hombres de su poderoso ejército, por lo que tuvieron que retirarse. Esta gigantesca batalla, compuesta por casi todas las razas humanas conocidas en la época, significó a fin de cuentas, la salvación de Roma y el fracaso de los jinetes de las estepas de someter a la civilización occidental. La memoria de muchos pueblos conservaron el recuerdo del formidable evento, algunos mitos medievales mencionaban que los guerreros caídos en esta batalla, seguían combatiendo en las nubes. Y en la tradición germánica la llegada de Atila a Europa, se inmortalizó con El Cantar de los Nibelungos. Muchos otros pueblos no olvidaron que Atila o caudillos como él, podían volver a aparecer en cualquier momento desde el Oriente. Casi mil quinientos años después, el 21 de junio de 1941, tres grupos de ejércitos compuestos por más de tres millones de soldados alemanes y divisiones aliadas, fineses, rumanos, españoles, húngaros e italianos, 19,000 trenes, 600,000 vehículos automotores, 600,000 caballos, –en la operación de guerra más formidable de la historia–, se dirigieron de Occidente a Oriente, e irrumpieron intempestivamente en territorio soviético, en aras de establecer el dominio alemán sobre ese país-continente que desde Europa se extiende hasta el Océano Pacífico. El carácter de esa guerra provocó una querella entre Hitler y sus generales. «Existía entre él y ellos –dirá el general Jodl- una oposición de principios sobre la naturaleza de la guerra con Rusia. Los generales la veían como el choque de dos ejércitos, mientras que el Führer la veía como una lucha de exterminación entre dos formas incompatibles de la civilización.» «La guerra contra Rusia –decía– no se puede llevar según las leyes del honor. Es una lucha de ideología y una lucha de razas que requiere un grado de dureza sin precedentes... » Hitler creyó que –al igual que en el resto de países de Europa ya invadidos–, sería cuestión de meses para que los soviéticos capitularan y quedaran sometidos. Hasta entonces, por su disciplina, técnica y armamento, el ejército alemán era prácticamente invencible, por lo que entró en territorio ruso como cuchillo en mantequilla, sin oposición que lo detuviera seriamente. Las bajas rusas en esa fase temprana de la campaña fueron tan grandes que parecen increíbles: en Minsk, por ejemplo, los rusos perdieron 330.000 hombres, 2.500 tanques y 1.500 piezas de artillería. Pese a ciertos datos contradictorios, no cabe duda de la vastedad de las pérdidas soviéticas. El 5 de agosto de ese año, los alemanes habían cerrado otra gran bolsa de ejércitos soviéticos en Smolensko: 310.000 hombres, 3.200 tanques y 3.000 piezas de artillería. En el afán de que no cayeran las instalaciones industriales soviéticas en manos enemigas, José Stalin ordenó desmontarlas y trasladarlas en ferrocarril miles de kilómetros más allá de los Urales. Es casi imposible tener una idea del esfuerzo realizado por el pueblo ruso, hombres, mujeres y niños, para salvar el equipo industrial del que dependía en último término la supervivencia de la nación. La industria que no se pudo desmontar fue destruida para evitar que cayese en manos del enemigo. Aquel esfuerzo nacional fue, en último término, lo que salvó a la URSS. En 1942, los alemanes se encontraban ya en las orillas del Volga, asediando la ciudad de Stalingrado, sin embargo, se avizoraban eventos que cambiarían el curso de la historia de la Segunda Guerra Mundial. Por el alto costo en vidas humanas que había implicado el avance alemán, tanto los dirigentes soviéticos, como el pueblo ruso, no estaban dispuestos en seguir retrocediendo, sabían que de ceder más espacio, perderían definitivamente, por lo que en esta ciudad se decidió la suerte del frente oriental y del ejército nazi. La batalla de Stalingrado, la más grande batalla de la humanidad, marco un antes y un después. Miles de jóvenes soviéticos entregaron sus vidas en las encarnizadas luchas que se vivieron edificio a edificio, piso a piso, cuarto a cuarto. Cerca de 500.000 soviéticos reposan desde entonces en Stalingrado, pero gracias a su sacrificio, Hitler y sus aliados perdieron cerca de un millón de hombres, lo mejor del ejército alemán, desastre del que ya no se recuperarían. Aunque no se puede negar el control de Stalin y el Partido Comunista sobre los combatientes soviéticos, en realidad se trató de la defensa del pueblo ruso en una lucha desigual contra los invasores nazis. Actualmente, en la colina del Mamayev, a orillas de la ciudad que ha sido renombrada y se le conoce como Volvogrado, se levanta airoso un gigantesco monumento de más de cien metros que representa a la Madre Patria en memoria de los caídos. Es de señalar también que en la versión oficial de los países occidentales sobre la Segunda Guerra Mundial, se ha tratado de ocultar la importancia de la batalla de Stalingrado, y se ha manejado como si fuese una escaramuza mas de los ejércitos que lucharon contra las potencias del Eje. Hoy como ayer también, a cinco años de haber entrado un nuevo milenio, vemos como la actitud de los nuevos agresores busca ser justificada. Así, en un intento por “luchar contra el terrorismo” e “instaurar la democracia”, Estados Unidos y algunos otros países aliados han llevado la guerra al Medio Oriente y en el afán de imponer una idea o un estado de cosas, se siguen matando miles de seres humanos. Lo anterior, obliga a pensar que igual y la mayor batalla de la humanidad aun no se ha dado, y esta consistiría tal vez, en que cada habitante del planeta nos volviésemos partisanos para ganar la madre de todas las batallas, es decir, la batalla por la paz.

Bordas de hielo

Vengo a verte pasar todos los días, vaporcito encantado siempre lejos... Tus ojos son dos rubios capitanes; tu labio es un brevísimo pañuelo rojo que ondea en un adiós de sangre! Vengo a verte pasar; hasta que un día, embriagada de tiempo y de crueldad, vaporcito encantado siempre lejos, la estrella de la tarde partirá! Las jarcias; vientos que traicionan; vientos de mujer que pasó! Tus fríos capitanes darán orden; y quien habrá partido seré yo... La composición pertenece a César Vallejo uno de los mejores poetas latinoamericanos de la primera mitad del siglo XX. En su sencillez, este poema es uno de los mejores según mi gusto. La linda metáfora entre la mujer y el navío, entre el gozo de amor que dicha visión le causa, y el fin que todo hasta lo más hermoso tiene, serían elementos distintivos que le caracterizarían. El poeta se mueve en un círculo, pero no es un círculo perfecto o petrificado, sino un círculo que se romperá. Un círculo que no se ha roto, pero sabe que se romperá, el halo de melancolía en esta reflexión implícita es evidente. El placer en esta ensoñación es también parte del contexto: verla siempre lejos, y volverla a ver, no hay ni siquiera un anhelo de tenerla, sino es el placer místico de llenarse a través de un sólo sentido: el de la vista contemplándola. Vengo a verte pasar; hasta que un día,/ embriagada de tiempo y de crueldad,/ vaporcito encantado siempre lejos,/ la estrella de la tarde partirá/. Aquí, podemos pensar que es el tiempo quien al parecer atenta contra el poeta y su motivo, pero también puede sugerir, que al cambiar las cosas, cambiará su parecer sobre lo que le parecía hermoso y emotivo. Es decir, invita a pensar que es él quien en última instancia decide dejar de pensar y dejar pasar la dicha momentánea en la que sus ojos se recrean. La relación entre el poeta y el tiempo, es quizá tan profunda como lo relación que establece con el objeto admirado. Dicha estrofa del poema estaría relacionada con la última parte, donde se rompe esa asociación extraña que él ha formado: Las jarcias; vientos que traicionan; vientos/ Las jarcias, partes de los aparejos y accesorios de la embarcación (y su consecuente similitud con los accesorios femeninos), el clima-momento que ya no es el mismo, entonces deviene la ruptura: Tus fríos capitanes darán orden;/ y quien habrá partido seré yo/ es ella quien decide partir, pero en realidad el poeta reconoce que quien ha creado el círculo ha sido él, siempre él, quien al fin es el que actúa, él a fin de cuentas es quien habrá partido.

julio 20, 2005

Y todo sigue igual

En las mañanas, la gente se levanta y comienza a afanarse en su rutina. Presa de sus preocupaciones habituales, desayunar lo adecuado, no engordar, llegar a buena hora a su chamba, ir al dentista, cuidarse de no envejecer, felicitar a X en su cumpleaños, cosas así, que se vuelven un círculo. Por más simple que parezca, en realidad un círculo extraño que nos ata. ¿sería éste el círculo en el que se inspiraron los hindúes para plantear la rueda de las reencarnaciones? A veces camino por las aceras, pensado que estaría bien ver un desfile de elefantes, un maratón de tangas, o un extraterrestre en un lote baldío con su traje plateado reluciente y una pistola que lance rayitos azules. Se que suena tonto, pero me permite no pensar en muchas cosas. También me pierdo dando clicks en los íconos de mi compu para embotarme. En otras ocasiones, -las menos-, utilizo el sexo como una salida, hay muchas formas de hacerlo y aunque parezca raro, es como tomarse una cerveza, puede ser en solitario, en pareja o hasta en grupo. Si lo pensamos bien, no ganamos ni perdemos gran cosa en ninguna de dichas posibilidades. Me conformo pensando que no soy un completo inútil. Por lo menos sirvo de mal ejemplo. Luego de todo esto, y dado que mi impaciencia no se agota ¿qué me queda?, si los árboles mueren de pie, ¿responde este hecho al motivo de su existencia?

julio 17, 2005

Bienvenido

Espera caminante, no te alejes así de rápido. Se que te desagrada el olor putrefacto de nuestras heridas. Que a fuerza de arrastrarnos hemos adquirido un parecido mayor con los reptiles, y nuestro mirar anhelante es señal de que a este extraño lugar sólo vienen los despreciados, los parias de la tierra que se llenaron de nuestra enfermedad y deben ser olvidados. No te vayas aun, no nos rechaces, alguna vez hemos mirado por entre los barrotes y las grises ventanas y sabemos que allá afuera a nadie le interesamos. Esta tela que parece tierra y que se pega a nuestras heridas putrefactas es testigo que hubo tiempos mejores. Ahora, en la inmensidad de este patio amarillento donde sólo un naranjo viejo sobrevive, nos dejamos acariciar del sol, único que se atreve a besarnos. Disminuye tu carrera, tu oído es joven, nuestro sufrimiento es viejo, no nos acercaremos mucho a tu persona, tenemos muchas cosas que decirte... Espera no te vayas….